Una gran señal roja

Una gran señal roja

Queremos el cambio razonado para el bien de todos. Rechazamos el cambio por autoritarismo empecinado que lleva al desastre.

Es una gran señal roja la renuncia de Carlos Urzúa por defender el cambio razonable contra el cambio impuesto por el jefe. El secretario tiene razones objetivas, reales que nos librarían de involuciones, fracasos y y una situación dolorosa, catastrófica y mortal.

Las calificadoras y otros organismos presentan datos desfavorables: la desaceleración de la economía, la recesión que se instala, la violencia que ha aumentado. Y, por otro lado el empecinamiento del presidente que desconoce los datos desfavorables porque él confía en otros datos, como lo señala el Financial Times. Por otro lado hay problemas políticos: funcionarios inútiles apoyados por políticos poderosos en conflicto de intereses, también ha habido numerosas violaciones a la ley en decisiones presidenciales.

Hay que curar al presidente, su mente y su vista para que vea la realidad completa y objetiva. Hay que bajarlo de su enajenación, del mundo de sus ideas y sueños que toma por la realidad. Para él: "juntos haremos historia" significa yo quiero ser el presidente nunca visto, el más grande de la historia. Toma sus sueños de grandeza, sus ideas e imaginaciones por la realidad.

Debemos reaccionar también nosotros, pueblo democrático poner los pies en la realidad y curarnos porque somos tristemente una sociedad esquizoide.

¿Qué tenemos que hacer los ciudadanos? Cada mexicano es responsable de los destinos de México y hace su historia. "Juntos haremos la (verdadera) historia".

Nos urge rechazar el populismo demagógico y reivindicar nuestra dignidad de personas inteligentes y libres, con una dignidad inalienable, que exige el respeto de los políticos. Es inadmisible la manipulación, adulación y engaño. El profeta Amós condena a las autoridades por comprar al pobre por una promesa hueca, por una despensa o una gorra…

Debemos despertar a una conciencia crítica, que no se traga todo lo que le dicen, que sabe distinguir el bien del mal, la verdad del engaño. Que ve al presidente enajenado, "ido" en el mundillo de sus ideas y sueños de grandeza que toma por la realidad. Descubre su pretensión de arreglar el mundo con su sola palabra. Sólo solo Dios tiene poder para crear mundos nuevos y devolver la salud con su palabra.

No nos hace avanzar el echar toda la culpa de los males de México a los gobiernos pasados, al neoliberalismo.

En el caso de Carlos Urzúa, simplemente nombra un sustituto pero no enfrenta la crítica que señala aquél, no da una respuesta a sus denuncias, no pide humildemente disculpas. Y continúa la caída.

Cada mexicano es responsable de la Nación para librarla de la corrupción. Debemos tomar ante la situación una actitud de adulto y exigir que se tomen medidas para detener la caída en fracasos y sufrimientos sin retorno.

Cada mexicano le urge despertar y ayudar a despertar a los humildes para que salgan de su enajenación (es expresión del primer mandatario) para que resistan a dejarse embaucar y conducir como una borregada, para que reciban un trato digno y noble. Despertarlos a una presencia de adultos y evitar ser tratados como niños que todavía se chupan el dedo y sin criterio levantan la mano, aplauden cómo niños en la función de un payaso.

Si López conociera al Maestro, Jesucristo, el más grande guía de multitudes de todos los tiempos. Si siguiera su ejemplo sublime: siendo el rey del cielo y de la tierra se hizo uno como nosotros, un esclavo, estaba entre los demás como el último y servidor de todos. Respetó a los pobres, los elevó, despojado de todo, se entregó a la muerte en manos de los corruptos que lo torturaron y mataron clavándolo en una cruz.

Es sublime el ejemplo de Jesús elocuente y decidido, valiente y humilde, olvidado de sí mismo y entregado a los pobres, sin pretensiones de poder.

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