Por: Héctor Jiménez/@Hectorjjmm
Morelia, Michoacán (MiMorelia.com).- El centro penitenciario Francisco J. Múgica fue inaugurado en 1958 para albergar a 800 internos, en la década de los 90 tuvo su mayor crisis de sobrepoblación al alcanzar la cifra de dos mil 200 reclusos, a finales de marzo del año 2017 todavía más de 300 personas se encontraban detenidas en su interior. Hoy únicamente lo habitan dos gatos y un conejo.
El pasado domingo 3 de abril, los 334 reclusos de la prisión más antigua de Morelia fueron trasladados en 10 autobuses al centro penitenciario David Franco Rodríguez, por lo que se dejó tras de sí un edificio viejo, deteriorado, con paredes marcadas por los años y por las personas detenidas en su interior.
La Comisión Estatal de los Derechos Humanos (CEDH) ya había llamado al gobierno del estado a desalojar el Cereso J. Múgica. En su evaluación penitenciaria 2016, esta fue la prisión peor evaluada de todo el estado. El informe señalaba falta total de mantenimiento, mala distribución de los internos y riesgo al permitir a internos encargarse de funciones de la autoridad. Esto último significa autogobierno al interior de la cárcel.
Después del sorpresivo desalojo del día domingo, los familiares de los internos acudieron al penal a llevarse los colchones, los muebles, las cobijas y las demás pertenencias que sus esposos, hijos o hermanos no pudieron llevarse cuando fueron trasladados. También con un grupo de gatos y conejos que vivían en el interior del Cereso. De acuerdo con Félix López Rosales, exdirector del penal, ninguno de los animales será sacrificado, porque los familiares de sus antiguos dueños ya comenzaron a llevárselos.
Ahora la prisión de más de cuatro hectáreas está casi vacía. No hay nadie en la galera de comportamiento diferente, donde un poster de la Santa Muerte daba la bienvenida a los reclusos que causaban problemas con sus compañeros. Tampoco hay nadie en los tres dormitorios de esta galera, sólo dibujos en las paredes y una cobija que nadie ha reclamado.
Nadie lee el mensaje que dice "I love forever mi bubulubu" y está firmado por "Gansito". Ningún interno se detiene ante el mensaje "porque aún hay esperanza para todo aquel que está entre los vivos, porque más vale perro vivo que león muerto", que se ubica fuera de la garita 18. La farmacia "Rosario", la tienda de abarrotes "Nicole", la tortillería y la panadería están cerradas.
Las canchas de basquetbol y los talleres que fueron el pasatiempo de cientos de hombres privados de la libertad ahora están desiertos. Dentro del inmueble únicamente se encuentran los policías que lo resguardan y las personas que siguen sacando las pertenencias de sus familiares.
Un policía estatal se acerca y ayuda a una mujer que carga dos bolsas. "¡Ay! Todavía me faltan más cosas", dice ella, bajo el sol de las dos de la tarde. Más adentro del inmueble, cerca de la galera 20, otra mujer repasa la lista de documentos que debe entregar para que se le permita la visita conyugal en el Cereso David Franco Rodríguez. Mientras tanto, un conejo gris se pasea por las áreas verdes.
jcms
