Ya somos muchos y la abuela amenaza con parir

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Parece que mucha gente no está tomando en serio las posibles consecuencias de la cascada de errores que el ejecutivo federal ha estado cometiendo desde el inicio del sexenio. Estos primeros 17 meses del nuevo régimen los hemos sentido como 17 minutos… pero bajo el agua. Desafortunadamente igual de rápido se empiezan a acumular las posibles consecuencias y estamos ya muy cerca de la resaca: la pérdida del grado de inversión de México como economía.

No busco espantar a nadie sino simplemente, como es una costumbre en este espacio, acercarte información relevante que puede afectar tu cartera y, si esto sucede, créeme que la primera que lo sentirá será justamente tu cartera.

En resumen, el grado de inversión es la calificación que refleja una sola cosa: confianza. Un país con grado de inversión le indica al mundo que es seguro invertir en él ya que cuenta con una economía madura y un marco legal lo suficientemente sólido para hacer negocios. Cuando el país pierde ese grado, se convierte en una economía especulativa, es decir, representa un riesgo para el capital extranjero que ingrese a ese país.

Así que podrás estarte preguntando ¿y eso a ti qué? Ni eres extranjero ni tienes millones de dólares para invertir así que no te afecta y es aquí, mi querido compatriota, donde llega el quita risas.

Si México pierde el grado de inversión, como ya le pasó a Sudáfrica y a Brasil en los últimos años, lo primerito que va a pasar es que van a salir corriendo muchisísimos millones. En las principales economías, como la gringa, existen fondos de inversión que administran las pensiones y los ahorros de los trabajadores de esos países. Para rentabilizar esa lana mueven el dinero por todo el mundo buscando ganancias. Cuando esas cantidades brutales de dinero llegan a un país, le dan volumen al mercado accionario y de deuda el cual es fundamental para el desarrollo y crecimiento de las empresas mexicanas. Adicionalmente, conforme vayan saliendo esos capitales, el tipo de cambio comenzará a subir ya que el peso mexicano es una divisa mundial que mueve su precio por oferta y demanda. Cuando todo mundo comienza a vender los pesos para irse de México, la oferta superará por mucho a la demanda generando que el precio (que es el tipo de cambio) se afecte de manera negativa, es decir, que suba. Con un tipo de cambio caro y una mala calificación lo que sucederá es que la deuda soberana, es decir, los préstamos que México pide al mundo para financiarse se harán muy caros y simplemente no se nos otorgarán. Como el gobierno requiere dinero (y más ahora para los mentados trenes o la choteada refinería) lo tendrá que obtener de algún lado y adivina ¿cuál es ése lado? Pues justo el que te imaginas; los impuestos. 

Muchos analistas muy capaces y preparados dicen que la pérdida de calificación es un hecho y sólo queda esperar el cuándo aunque todos coinciden con no será más allá del 2022. Dos de los principales factores que determinan la calificación es el potencial de crecimiento del país (que dicen que ya mejor midamos la felicidad porque lo único que crecerá serán nuestras canas verdes) y el otro es el porcentaje de deuda pública contra el PIB que, con todo esto del COVID, subirá más que espuma de chela en la playa. 

Con un tipo de cambio más caro, unos impuestos más altos y una política económica con expansión de tasas obligado por la propia baja de calificación que hará que los inversionistas exijan una mayor tasa para compensar el riesgo de venir, se forma la receta que, cuando la saquemos del horno, solo produce una cosa: Inflación.

La ventaja es que estamos todavía a tiempo para evitar que eso suceda. Dicen los analistas que solo se ocupan 2 cosas para evitar la baja en la calificación: Una reforma Fiscal que aumente la base de contribuyentes y una reforma en Pemex que elimine el lastre que representa para las finanzas públicas. Si el Gobierno entiende que Pemex es un cadáver que representa peso muerto si se sigue manejando como hasta ahora y logra bajar la evasión fiscal no aumentando los impuestos sino el número de personas que los pagan entonces estaremos salvados; sólo dependemos de voluntad política y toma de decisiones basadas en el conocimiento y la evidencia. No suena tan difícil … o si?

Mientras son peras o manzanas la próxima semana te voy a decir qué puedes hacer para estar preparado por si no se toman las decisiones correctas y pasamos de vivir del modo leyenda como ahorita al modo nivel dios que se pondría al cierre de sexenio si las cosas siguen por el curso en el que van. Aguántame y nos vemos el siguiente martes.

Si tienes alguna duda específica que quieras resolver o tema que quieres que platique en este espacio pregúntame en mi correo inteligenciaenfinanzas@gmail.com, a mi twitter @RockBrokers o en www.facebook.com/rockbrokers/

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